
Todo fluye
con la liviandad del peso del mundo
en una armonía fanática:
el transcurrir del tiempo es lo mismo que el aire,
lo mismo que las palabras,
y yo estoy hecho de tiempo, de aire, de palabras…,
y en todo lo vivo está incorporado lo muerto.
Cada instante se sucede
a cada instante,
sin rutina posible porque en él todo late
por primera vez, todo se configura primordial.
Es la concordia de cuanto existe y existió,
el prodigio de suceder siempre la vida.