Si un personaje público,
durante un señalado período de
tiempo,
se intenta mostrar natural ante todo
(pese a resultar impostado y
artificial),
simpático y agradable como el que
más,
estrechando manos a diestro y
siniestro,
acariciando niños y desarrapados,
prestándose a hacer el ridículo
en todo tipo de actividades y
costumbres regionales,
haciendo el memo en televisión
sólo por parecer normal y buena
gente,
no lo duden: estamos ante un político
en campaña electoral.
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