Somos dos personas sin nada
unidos por la amistad más verdadera.
La profunda pureza del silencio
trae la canción de las olas;
no hace falta decir nada:
nos basta con estar juntos
contemplando la extensión del mar.
Mirar el mar para mirarnos nosotros,
con los ojos más lentos,
como si quisiéramos detener el
tiempo,
haciendo de nuestro amor
la medida de todas las cosas,
un sueño de claridad, un hechizo
transparente e inmaterial llamado
amistad.