Te conocí en la fiesta de los sueños
y me cautivó la inverosimilitud
de tu belleza indómita.
Te invité a bailar
como quien invita a bailar a la
muerte,
y aún no sé si eres ella.
Mujer de aristocracia en ruinas,
de tristeza y sonrisa en llamas,
que vas cruzando la vida con pasos de
extraviada:
dibujas amor y angustia
en el rostro de quien te mira.
Mujer hecha de vértigo,
enigma indescifrable
que nadie osa
comprender,
poesía pura del desequilibrio:
pareces engendrada por la mente
negligente
del más loco de entre los genios.