martes, 24 de abril de 2018

La vida va en serio



Y nos reíamos, nos reíamos con ganas, al principio.
Pero siempre es lo mismo. Sí, es como la historia amena
que nos cuentan con demasiada frecuencia,
la encontramos siempre amena, pero ya no reímos.
(Samuel Beckett, Final de partida)

Los hechos son claros, casi sencillos, rotundos.
Vivir es envejecer
y envejecer conlleva pérdidas y dolor.
No cabe otra posibilidad, no:
nuestra salud empeora
por muchos paliativos que empleemos.
Alguna vez, cuando éramos jóvenes,
creímos en la posibilidad de que todo fuera una broma;
por eso nos reíamos tanto al principio,
incluso entre carcajadas,
como quien aplaude una obra de ficción
en la que nosotros mismos fuéramos los personajes.
Pero la vida nada entiende de fantasías,
y mucho menos de bromas.
Que la vida va en serio
uno lo empieza a comprender más tarde,
cuando la verdad desagradable asoma
y cae en la cuenta de que envejecer y morir
es el único argumento de la obra
- como escribió Gil de Biedma -,
y que toda coincidencia con la realidad
es pura fatalidad. 


martes, 17 de abril de 2018

Mi casa



Salí a la calle sin rumbo ni destino,
como un mensaje en una botella
o carta enviada a domicilio desconocido.
Caminé hasta perderme, sin pensar jamás
en detenerme: tirar el ancla
¿para fijarla dónde y por qué no en otro lugar?
Crucé fronteras extrañas, lindes inciertas,
extraviado en la vaga nebulosa de un mundo
vasto y ajeno, tal vez más allá de nunca.
Allí, sin absolutamente nadie,
bajo un silencio turbador como un llanto inaudible,
como quien encuentra la calma
con los pies colgando del borde de un precipicio,
hallé mi casa y mi sosiego.

 

martes, 10 de abril de 2018

Siempre



Recuerdo que nos miramos por primera vez
igual que si lleváramos toda la vida mirándonos,
como si nos conociéramos desde siempre.
¿En qué extraña dimensión de la realidad
tuvo lugar aquel sueño?
Creo que los dos lo comprendimos al instante,
de la misma manera que los grandes pintores
atrapan al vuelo el alma de un paisaje.
Nos buscábamos sin saberlo desde que supimos
de nuestra propia soledad y desamparo,
desde que entendimos que seríamos infelices
hasta encontrarnos. Por eso
nuestra amistad comenzó tan pronto,
mucho antes de tener conocimiento ni siquiera
el uno de la existencia del otro.
Nos vimos y ya nos conocíamos; 
nos incorporamos, de hecho, a un momento
ya muy avanzado de nuestra historia,
descubriendo el mucho camino andado juntos,
el prodigio de una amistad
que quizás nació antes del mundo
y que habrá de prolongarse
hasta más allá del fin de los tiempos.

 

martes, 3 de abril de 2018

La mente de un genio...



puede ser la tierra más fecunda.
Solamente, y es tarea mayúscula,
se debe aprender a utilizar. Si no se domina,
en lugar de frutos, lo que se obtiene
es el descontrol de una maleza
que hace imposible cultivar.