martes, 25 de septiembre de 2018

Desvanecerse



Igual que hablar es no ser entendido,
así que mejor callar,
¿para qué huir hacia qué lugar inexistente,
dibujando la tortuosa ruta de un calvario?
Mejor, para no dejar rastro, no moverse,
desaparecer por el paradójico sistema
de quedarse quieto, como un caracol
que se refugia en el silencio de su concha.
Igual que hablar es no ser entendido,
mejor callar en la escritura,
borrarse en la tinta de las palabras,
desvanecerse en el poema.
  

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Sinrazón



Ahí vamos, dando vueltas por el planeta:
vidas evanescentes que se cruzan con la nuestra
por puro azar y luego se marchan
a saber dónde. A veces se quedan
con nosotros un tiempo que no dura,
compartiendo noches de cielo perfecto
en que las estrellas son impertinentes
en la manera en que insinúan nuestra insignificancia,
la inanidad que somos. Pero,
¿acaso no son ellas mismas fugaces, no deambulan,
como nosotros, bajo el mismo magisterio de sinsentido
por los confines del universo sin fin?
 
 

martes, 11 de septiembre de 2018

Soñábamos



En realidad, nunca estuvimos como nunca,
aunque todo era tan ligero que parecía sólido.
Pero quizás, porque nos divertíamos demasiado,
no nos divertíamos tanto como pensábamos.
Queríamos ser felices a toda costa,
a veces incluso a costa de nuestra felicidad.
Corríamos como pretendiendo anticiparnos
al tiempo que iba a echársenos encima,
mas sin llegar a ningún lado, atrapados
en el deseo imposible de aquello que se escapaba.
Soñábamos, eso era todo.
  

martes, 4 de septiembre de 2018

El mundo después de su fin



A mi amiga Silvia.

Al principio basta con comenzar,
luego ya las cosas se complican.
Los pájaros se marchan, las calles
por las que paseabas se niegan a reconocerte,
nada te reclama, ningún destino
al que someterte. La tierra,
como si la vida fuera un sueño que no te perteneciera,
parece haber ido tragando tus pies,
tus rodillas, hasta el tronco;
y te agarras precisamente a eso, a la caída.
Y cuando dabas por hecho que serías engullido
totalmente, el hundimiento se detiene;
entonces compruebas, no sabes si feliz o desgraciado,
o feliz y desgraciado, que aún vives,
que todavía puedes ver, oler, oír, sentir,
como si el fin del mundo hubiese ocurrido
y luego el mundo hubiera continuado,
y tú con él, igual que un enfermo
que agoniza y agoniza, incapaz de morir.