martes, 29 de octubre de 2019

Relámpagos



Espera que algo llegue
y déjate llevar de su mano.
Fernando Ferreró.

En el frío de la oscuridad,
aferrados a la espera callada,
a la incertidumbre de un relámpago,
ese impalpable pájaro de luz
que, durante un instante entero,
con sus horas y milenios,
cruza la noche igual que una pregunta
que sólo encuentra confirmación a nuestras dudas,
tan insignificantes y enormes
como la Tierra o el milagro de la vida
flotando en un vacío lleno de estrellas.
 
 

jueves, 24 de octubre de 2019

La guadaña



Hay miedos que, más que tenerlos,
nos tienen a nosotros;
aunque eso significa que uno sigue vivo,
y eso es casi más de lo que se puede pedir.
Da igual, sin embargo, estar en guardia
para lo que acecha continuamente,
a sólo un parpadeo de distancia:
ignoramos desde dónde nos vigila
y cuándo se presentará de forma imprevista…
 

 

martes, 15 de octubre de 2019

El secreto de la esperanza



No querer seguir
y, al mismo tiempo, no desear otra cosa
que seguir, con ese extraño optimismo
que nos lleva a continuar viviendo
aun sabiendo que, tarde o temprano,
todo acabará. Es la victoria
de la esperanza sobre la realidad,
como si algo al propio misterio
se le escapara, igual que a esos poemas
que hablan de la imposibilidad de escribir.
 
 

martes, 8 de octubre de 2019

El sitio es soñar



No queremos estar aquí,
aunque no sepamos dónde ir
ni si hay lugares a los que ir.
Por eso, cuando por fin parece
que llegamos al sitio que queremos,
lo que queremos es dar media vuelta
y marcharnos a otro lugar,
sin importar demasiado cuál.
No hace falta llegar:
el verdadero deseo es el viaje,
ese símbolo ubicuo de la libertad absoluta,
ese estar en camino que es siempre el soñar.
 
 

martes, 1 de octubre de 2019

Poesía de las estrellas



La poesía viene de un lugar
que nadie controla, que nadie conquista.
Leonard Cohen.

La poesía viene de un lugar
que nadie controla, que nadie conquista;
la poesía es algo que no sabemos
ni siquiera si existe, como esa verdad
que uno siente pero no puede expresar.
Por eso cantamos a las estrellas,
cuyos altivos destellos no son más
que la intuición de una promesa.
Igual que si unos ojos secretos nos miraran,
en la noche ajena, las contemplamos
sin saber acaso si están muertas.