martes, 26 de junio de 2018

Pasión por la locura



Como una antorcha
que acude a la llamada de las tinieblas,
la verdadera razón
nos invita a descubrir la carencia de sus fundamentos.
Llegados a ese punto,
sólo nos queda aferrarnos al absurdo,
celebrar con pasión, lúcidamente trágicos,
la inutilidad absoluta, la inconsistencia universal.
La revelación del sinsentido de la vida
provee de la intensidad con que sólo la locura
es capaz de desenvolverse en ella.
Es la extrema coherencia del absurdo:
únicamente merece la pena vivir
en la medida en que uno entiende que no merece la pena.


martes, 19 de junio de 2018

Está lloviendo desde siempre



Miro y la ventana es un espejo
velado por una lluvia pausada,
serena, sostenida; no hay tormenta.
Cae sobre el mundo, tenaz,
a lo ancho de los siglos,
tiempo quebrado de un reloj sin manecillas,
ancestral, monocorde.
La lluvia de ayer se confunde
con la del mañana en el presente.
Carente de futuro y de memoria,
el poema es un refugio
que no encuentra palabras;
el rumor de la lluvia, silencio
que ahoga la voz y apaga el fuego.
Todo pierde su brillo y su viveza
hasta convertirse en un borroso sueño.

 

martes, 12 de junio de 2018

Angustia



¿Qué extraña cosa es ésta
que comienza en un ángulo del pensamiento
y ya nunca te la puedes quitar de la cabeza?
¿El qué? No sabes. Su certidumbre
se sustenta en la sombra descomunal de lo invisible,
mientras va aumentando un rumor de fondo,
crecientemente ensordecedor,
cuyos tentáculos llegan a cualquier rincón de la mente.
Porque lo desconocido no se limita
a hallarse recluido en su propio reducto,
siempre etéreo, con la desproporción de lo intangible,
extiende su vacío, inoculando
una inquietud sin nombre, un frío
frente al que nada pueden hacer
el fuego de las chimeneas ni el espesor de los abrigos.


miércoles, 6 de junio de 2018

Vivo y muerto



Estás ahí, como ausente, vivo y muerto,
ajeno al bullicio del mundo y sus ridículas costumbres,
a las palabras hueras con que las gentes
todo lo argumentan, como si se pudiera tener razón.
Siguiendo no sabes bien qué raro impulso,
se cruzan en las calles con el desorden de la vitalidad,
como en un relato fantástico superpuesto a la realidad.
No conocen la verdad amarga y lúcida de la desesperanza.
Incluso, ríen; tú también has reído alguna vez,
para reírte de la risa: es la carcajada de la clarividencia,
la felicidad de lo terrible, de saber que cada día
es una puerta de entrada que sale al mismo lugar.
Por eso prefieres dejar pasar las horas,
que te hipnoticen con su mortandad.
Y, acaso, cuando la tarde cae y el sol yace derrotado
en el poniente, sales en busca del naufragio de la luz.