jueves, 16 de febrero de 2023

Entre el miedo y la nada

 


Si no te dije nada fue para no arrepentirme

de mi osadía, por eso no te dije nada;

por eso luego me arrepentí, por no haberte dicho nada,

por mi cobardía. Palabras que van al limbo

de las palabras nunca dichas:

a un lado el pensamiento y al otro la voluntad,

quedando ambos condenados al distanciamiento perpetuo.

Y es que todo lo que pude conseguir no sé lo que fue:

nunca estiré los brazos para ver qué podía alcanzar;

siempre con la carencia de las decisiones no tomadas,

con el miedo anticipado al fracaso,

mientras los días, inmóviles, corren a gran velocidad.

Congelado en el fuego de una pasión extática,

me oculto tras de la noche.

Allí, en el anonimato que ella me concede,

formulo mis nuevos propósitos, mis valentías a deshora,

hasta que viene el sueño,

ese hueco entre las determinaciones nocturnas

y la quimera en que se convierten al alba:

convicciones vaporosas, voluntades hechas de niebla

que se disipan a la luz del día.

Y, todo esto, confesiones que no consuelan

más de lo que dura pensarlas.

Y diría tantas cosas…

Pero me quedo callado,

paralizado entre el miedo y la nada.