
Es difícil no morir de inanición
alimentado sólo de sueños.
Mas ¿a qué no se acostumbra el hombre
con algo de perseverancia?
Vivo del hambre que hiende mis entrañas
y nunca cesa, pero a veces
libo mi propia pervivencia
del vacío de otra alma que me ofrece sus ojos
y me llevan hasta el mar, hasta amar.