martes, 17 de abril de 2018

Mi casa



Salí a la calle sin rumbo ni destino,
como un mensaje en una botella
o carta enviada a domicilio desconocido.
Caminé hasta perderme, sin pensar jamás
en detenerme: tirar el ancla
¿para fijarla dónde y por qué no en otro lugar?
Crucé fronteras extrañas, lindes inciertas,
extraviado en la vaga nebulosa de un mundo
vasto y ajeno, tal vez más allá de nunca.
Allí, sin absolutamente nadie,
bajo un silencio turbador como un llanto inaudible,
como quien encuentra la calma
con los pies colgando del borde de un precipicio,
hallé mi casa y mi sosiego.