La vida tiene unas sencillas
instrucciones de uso:
o se está bien o se está mal,
sin medias tintas ni escala de
grises;
o negro o blanco, en el abismo o en
el cielo.
Cada dolor que sentimos
nos convierte en el dolor mismo.
Porque no hay drama que no sea
tragedia,
una pequeña mejoría nos lleva
directamente a estar en la gloria.
Todo es sobrecogedor, apoteósico,
tanto lo bueno como lo malo.
La virtud está en el término medio
porque vivimos en el vicio de los
extremos:
hogar o intemperie, risa o llanto,
silencio o melodía de canción con
vistas al mar,
río alegre que fluye
o agua estancada que se pudre y huele
mal.
Nunca está nublado:
todo es lluvia o sol.
No hay otoños ni primaveras,
sólo inviernos o veranos.
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