A mi amiga María
Mayorga
Una mano cautiva, la tuya, se
desprende,
arrancándose del curso de los
acontecimientos,
y te lleva al bosque a pasear.
Es hermoso caminar sin lugar al que
querer llegar,
mientras sientes cómo el aire fresco
y puro
va abriendo tu mente, devolviéndote
tu nombre
y tu voz, tan llena de poemas.
Oyes, al tiempo, el compás que dicta,
latiendo apasionado, tu propio
corazón,
que parece saber que nunca se está
más cerca de Dios
como cuando se respira en plena
Naturaleza.
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