Sólo tengo la certidumbre de un corazón
que late y que pronto dejará de latir
(Edmond Jabès)
No es una pesadilla,
pero es real como los sueños.
Empieza a anochecer,
caminas solo por calles
de un lugar que no conoces,
aunque sea en la misma ciudad de
siempre.
De hecho estás más lejos
de donde nunca has estado,
tan lejos que ya no existe manera
de encontrar el camino de vuelta.
El filo de la inquietud crece y amenaza
con cortar el eco de tus pasos,
el temblor al doblar cada esquina,
los latidos de un corazón que duda
entre la última luz o el infinito.