martes, 24 de julio de 2018

Regalo envenenado



Porque la fruición del verano trae la nostalgia
del otoño, el posible placer del estío
puede trocarse en la imposibilidad de gozarlo.
Y es que el sentimiento de alegría
está, curiosamente, muy cerca del de tristeza,
y tiende incluso a confundirse con él,
más cuanta más extrema sea su intensidad.
Son dos fuerzas, aunque contrapuestas,
unidas, como la cima y la sima.
Todo lo que la existencia tiene de bueno,
como un don gratuito ofrecido por un dios espléndido,
hace que su pérdida sea percibida
como una fatalidad inmerecida, igual de gratuita,
infligida por un dios retorcido.
Anthony Powell escribió que envejecer
es como ser penalizado por un crimen
que uno no ha cometido.
El regalo es en sí mismo un veneno:
la juventud enciende cuerpos que luego serán ceniza.