Porque la fruición del verano trae la
nostalgia
del otoño, el posible placer del
estío
puede trocarse en la imposibilidad de
gozarlo.
Y es que el sentimiento de alegría
está, curiosamente, muy cerca del de
tristeza,
y tiende incluso a confundirse con
él,
más cuanta más extrema sea su
intensidad.
Son dos fuerzas, aunque
contrapuestas,
unidas, como la cima y la sima.
Todo lo que la existencia tiene de
bueno,
como un don gratuito ofrecido por un
dios espléndido,
hace que su pérdida sea percibida
como una fatalidad inmerecida, igual
de gratuita,
infligida por un dios retorcido.
Anthony Powell escribió que envejecer
es como ser penalizado por un crimen
que uno no ha cometido.
El regalo es en sí mismo un veneno:
la juventud enciende cuerpos que
luego serán ceniza.
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