martes, 4 de septiembre de 2018

El mundo después de su fin



A mi amiga Silvia.

Al principio basta con comenzar,
luego ya las cosas se complican.
Los pájaros se marchan, las calles
por las que paseabas se niegan a reconocerte,
nada te reclama, ningún destino
al que someterte. La tierra,
como si la vida fuera un sueño que no te perteneciera,
parece haber ido tragando tus pies,
tus rodillas, hasta el tronco;
y te agarras precisamente a eso, a la caída.
Y cuando dabas por hecho que serías engullido
totalmente, el hundimiento se detiene;
entonces compruebas, no sabes si feliz o desgraciado,
o feliz y desgraciado, que aún vives,
que todavía puedes ver, oler, oír, sentir,
como si el fin del mundo hubiese ocurrido
y luego el mundo hubiera continuado,
y tú con él, igual que un enfermo
que agoniza y agoniza, incapaz de morir.