En realidad, nunca estuvimos como
nunca,
aunque todo era tan ligero que
parecía sólido.
Pero quizás, porque nos divertíamos
demasiado,
no nos divertíamos tanto como
pensábamos.
Queríamos ser felices a toda costa,
a veces incluso a costa de nuestra
felicidad.
Corríamos como pretendiendo
anticiparnos
al tiempo que iba a echársenos
encima,
mas sin llegar a ningún lado,
atrapados
en el deseo imposible de aquello que
se escapaba.
Soñábamos, eso era todo.
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